No existe la escuela de parejas para saber si es el momento de separarme de mi pareja… No se nos ha enseñado a tener pareja. Y tampoco a ser pareja de alguien…. Pero desde pequeños hemos sido grandes observadores y aunque no entendíamos lo que significaba pareja, pues observábamos conductas de los que así se hacían llamar y a lo largo de esas observaciones y experiencias fuimos tomando decisiones, algunas más conscientes que otras.
Ese tener y ser se fue construyendo de acuerdo a los valores y creencias familiares, religiosas y sociales donde nos desarrollamos y a partir de ahí creamos expectativas de como debíamos ser frente a la pareja y también lo que queríamos del otro.
A veces tenemos un perfil tan estricto de cómo debería ser nuestra pareja que cuando alguien se acerca, enseguida queremos generar cambios en el otro.
El imaginar que: “con el tiempo va a cambiar” … Puede ser un inicio de relación de pareja donde se planteen actitudes de competencia, poder, desconocimiento del otro, y poco a poco desilusión. Y esto es como la gota de agua que va erosionando todos los días la piedra más dura, que con los años va dejando huellas.
Como no hay escuela para la vida, ni la pareja…y dentro de vivir está la posibilidad de equivocarnos y de darnos cuenta que el acuerdo inicial de pareja no estuvo tan claro o que la situación que vivimos se ha transformado en algo insostenible, entonces puede llegar la decisión de plantear una separación…
Porque no fuimos capaces de mantener y permanecer en la relación de pareja y por otro lado una autoestima con inseguridades o seguridades dependiendo de quién plantea la separación.
Mientras que su pareja puede ser percibida como la víctima, y que surja la por parte de ella la sensación de impotencia por lo que puede bajar la autoestima: “Ahora me quedo sol@…” “si yo fui tan buen@ cómo es posible que…”
Esta puede salir con la autoestima menos lastimada, y por ende puede ser que le sea un poco más fácil reanudar otra relación de pareja, si esta es su decisión.
Cuando construimos nuestras vidas en función de lo que se debe hacer o ser, entonces puede ser que estemos sacrificando nuestra propia agenda de pareja, para cubrir las prioridades y urgencias de todos los demás en vez de las propias.
Escrito por: Conchita Caparrós
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