Una de las características que probablemente le haya dado tanto auge al coaching transaccional es que le permite al cliente asumir la batuta de su desarrollo.
Por ser una metodología con la cual el cliente avanza en el logro de sus objetivos usando sus propios recursos e ideas, el coaching se combina excelentemente con modelos de desarrollo que brindan herramientas para conocerse mejor, entender a otros, comunicarse con mayor eficacia, lograr sus objetivos y aumentar sus potencial y bienestar.
Es un estudio de la personalidad y de las relaciones interpersonales y a la vez un sistema de psicoterapia individual y social. Fue creado por el psiquiatra Eric Berne en los años cincuenta y sigue teniendo vigencia y aplicaciones exitosas en la familia, las empresas y organizaciones, psicoterapia y educación.
Es que facilita la comprensión de nuestra personalidad y las relaciones humanas, con esquemas sencillos. Nos brinda herramientas para la gestión de las emociones, las creencias, las conductas, la comunicación y la manera de relacionarnos y de usar nuestro tiempo.
Este término se refiere a lo que damos y recibimos de los demás y del mundo que nos rodea. Es la comprensión y mejoramiento de cómo nos relacionamos con los otros y con nuestros yo internos.
Creador de las Constelaciones Familiares, aparece siempre el Análisis Transaccional, y es que éste es un modelo que permite el desarrollo desde la mirada sistémica. Somos un sistema, que incluye a la familia, con sus mandatos, prohibiciones, permisos, creencias, emociones, y en este sistema hemos asumido un rol, un papel, un personaje, con su guion.
Es el estudio y modificación del guion de vida: la obra de teatro que es nuestra vida, que nos hemos creado desde la infancia con la fuerte influencia de la familia y el entorno. Ese guion está escrito, muchas veces, desde los miedos y fantasías del niño, de lo que cree que esperan de él, de lo que está permitido o no desde varias generaciones atrás.
A veces las personas no alcanzan sus metas porque tienen escrito en su guion alguna prohibición para ello. Aunque no lo recordemos de adulto, nos programamos desde la infancia para un tipo de vivencia. En ese guion están las líneas generales de lo que decidimos en la infancia, la “predisposición” a un tipo de trabajo, un tipo de pareja, de salud, etc.
Incluye creencias, emociones, manera de comunicarnos, salud física, emocional y espiritual, permisos internos para lograr lo que la mente dice que quiere…
Nos permite ver las lealtades inconscientes, lo que estamos repitiendo y, lo más importante, ver y usar los recursos internos que tenemos para decidir, darnos permisos y fuerza para liberar nuestro potencial, avanzar hacia lo que sí queremos, re-escribir ese guion y crearnos uno nuevo, un proyecto de vida.
El coaching se distingue de la psicoterapia, porque se mantiene en el aquí y en el ahora, sin ahondar en los traumas de la infancia ni en las dinámicas profundas, ancestrales, de la familia. Con el Coaching Transaccional nos mantenemos en el presente, observamos la manera de hablar, el lenguaje corporal, las creencias y emociones, así como las necesidades, obstáculos y deseos y metas del cliente.
Cuando se le explica algunas sencillas y potentes herramientas del Análisis Transaccional al cliente, para que se entienda y entienda a los demás y se permita hacer cambios, el primer avance es desde el conocimiento, desde la mente, que causa impacto en la emoción, la creencia, la conducta, sus relaciones y sus logros.
Por eso decimos que el coaching también es aprendizaje. Aprendemos técnicas y aprendemos de lo que es el ser humano. Tanto el coach como el coachee, aprendemos y entramos en un proceso de desarrollo tan enriquecedor para el facilitador como para quien lo recibe.
Desde sus inicios, el AT ha tenido como premisa y postulado la búsqueda de la autonomía del cliente. Se establece una relación basada en un contrato de servicio, en la que el cliente se considera una persona capaz de aprender, comprender, decidir y responsabilizarse de su propio crecimiento; se le da herramientas, no se le dice qué tiene que hacer.
Pero la socialización y las presiones que hemos vivido nos hacen tomar decisiones que empañan nuestro potencial y capacidad de vivir en bienestar. Este es otro de los postulados del AT, que incluye también la convicción de que, si aprendemos a no estar bien, también podemos re-aprender y re-decidir volver a estarlo, volver a ser los príncipes y princesas, seres humanos con potencialidades únicas para vivir a plenitud. El Coaching Transaccional es uno de los tantos caminos que nos pueden hacer que retomemos y aumentemos nuestro bienestar.
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