Ante la cantidad de información que hoy en día reciben nuestros niños/as y jóvenes, la familia adquiere nuevas responsabilidades, teniendo en cuenta el análisis de nuestros hijos y debemos prepararlos para afrontar desafíos desarrollando desde las primeras edades un pensamiento crítico.
De por sí, que el ser humano es cuestionador, ya que desde los tres años empezamos a preguntar el porqué de las cosas.
Está claro, que no se puede confiar ciegamente en la labor educativa de los medios, por la diversidad de fuentes que existen, hay mensajes que van dirigidos a deformar valores, incitar el consumismo, descontextualizar, fragmentar la información y otros atentados a la ética.
En productos comunicativos que actualmente tenemos al alcance de nuestros infantes y jóvenes en casa, se ha abierto una brecha entre la forma en que se plantean los contenidos y la realidad objetiva. Es por eso que hay que educar en las nuevas generaciones la capacidad para desmontar, interpretar y decodificar los mensajes, y más, con el uso de las nuevas tecnologías.
Nunca se ha cuestionado la capacidad de entretenimiento de los videojuegos, sin percatarnos de los mensajes nocivos que encierran como es el uso de la violencia o la creación de una cultura de consumo. Además del Internet y las famosas redes sociales, en las que, con la envoltura de la socialización, se puede encontrar cualquier tipo de información y de personas con propósitos perjudiciales para el menor.
Es fundamental nuestro rol como padres para orientar el desarrollo del pensamiento crítico con la información, darles la posibilidad de conocer el mundo que nos rodea, fomentar la lectura, la investigación, profundizar en el significado de las cosas, las causas y los efectos, será uno de los pilares en los cuales se sostendrá el propósito.
Hay que incitarlos a aprender y aprehender todo cuanto tienen a su alcance. Darle importancia a los valores que se fomentan en casa como la honradez, el respeto, la justicia, la igualdad, la tolerancia, la libertad, la honestidad, la responsabilidad, la humildad, esto les permitirá a nuestros hijos ir diferenciando lo “bueno” de lo “malo”.
Es de gran ayuda poder ver películas juntos, series, programas informativos o cualquier otro y luego invitarlos a debatir sobre los temas, personajes o situaciones; enseñarles a cuestionar, relacionar hechos, evaluar diferentes opciones o puntos de vista, son ejercicios cotidianos para conseguir el desarrollo de un pensamiento crítico.
Por eso es bueno incentivarlo, ofreciendo criterios para analizar, no darles el análisis ya elaborado. Ayúdalos a criticar lo que no funciona y a reconocer lo que sí lo hace. Educarlos a la racionalidad y la lógica, libres de prejuicio y estereotipos. El sentido común es decisivo para apostar por las mejores decisiones.
Si nosotros educamos a nuestros hijos/as para que sean críticos, ellos serán capaces de formarse un criterio propio y podrán tomar sus propias decisiones en las distintas situaciones que se le presenten en la vida.
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